Corría el año 1989……
Un Grupo autodidacta despierta en Roca, mi ciudad, a una Nueva Conciencia.
Maravilloso despertar
Desde otras partes del Planeta, conciencias listas ya desperezadas, hicieron el llamado:
¡Águilas despierten!
Y éste llamado recorrió los éteres.
Sabemos lo que sucede cuando alguien despierta, aún no queriendo ser notado, moviéndose lentamente en la cama, va al baño, aprieta el botón, el agua corre con fuerza, y todo inconscientemente empieza a despertar, ¿o no es así?
Bueno, algunos son rápidos, otros demoran más, de algún modo ya despertaron y saben que los de su casa ya empezaron a andar.
Para aquel grupo había comenzado un Nuevo Amanecer. Desde los albores de un Enero tórrido, al resplandor de un Mayo mágico, que los trajo desde su primer día hasta Las Grutas y con fuerza de un Viento Cósmico los sacó del letargo, abrió de par en par sus Conciencias, y arremetió con tal empuje que partió el cascarón que cubría la Razón.
Volviéndose niños, recorrieron instantes profundos, y el viento que partió del corazón, donde no impera ni la lógica, ni la razón, fue barriendo y limpiando todo aquello que los mantenía aún despiertos, atados a Una Tradición.
Y allí se abrió como una flor tímida de primavera, fragante, en máximo esplendor esta Consciencia Cósmica del Cristo que YO SOY.
Y nos dirnos Cuenta que allí, por no asumir el compromiso de esa unión, habíamos quedado varados, errando, boyando sin tomar el Timón.
“Yo Soy El Cristo”, lo digo con fuerza, lo escribe mi mano sin temor, con el más hermoso y humilde orgullo de saberme y proclamarme también Hija de Dios, hermana
de Aquel Grande que dijo “Las Mismas Cosas que he hecho y Mayores haréis vosotros” ¿Y que hemos hecho nosotros con ese mandato? . . . creo que ya es tiempo de hacernos cargo.
Hacerse cargo es comenzar a discernir, nace otro vocabulario. Como salidas de la galera surgen Nuevas palabras, que nos hacen más amplios, como si al abrirnos al compromiso de sabernos “Hijos” nos expandiéramos, y al reconocernos. . .
¡Epa!, si Yo Soy el Cristo, la pregunta surge casi inmediata: ¿entonces a qué
vine?
Y también. Si Yo Soy el Cristo, ¡yo puedo!, Si ÉL pudo yo… ¿yo qué?
Hermanito para qué te cuento, ese ¿Yo Qué? trae lo suyo.
Entrás a adquirir y a despojarte, y es paradójico, cuanto más adquirís, más grande es la necesidad de despojarte, a la vez más grande es la capacidad de lo uno y de lo otro.
Es como el lecho de un Gran Río que se expande con el ingreso de mayor caudal, que no inunda, si no que permite riegue más tierras que se nutren, los campos se expanden y el lecho recibe más y más agua.
¿Tal vez vine a ser lecho?, ¿o ser agua? No importa contenido o contenedor, si sin Darme Cuenta soy los dos.
Sonamos, la pregunta existencial: ¿Esto es todo lo que Soy?, ¿tan pesado para tan poquito tiempo?
¿Y si soy más que este cuerpito, que vive en este espacio de tiempo? Si es así, ¿de dónde vengo y a dónde voy?
Preguntita que te regalo, contéstala vos. Te puedo asegurar que para ella bien vale la canción que dice: “Movéte Chiquita movéte,…” dicho con mucho amor y humor.
A partir de allí, soplaron grandes vientos, se desataron grandes tormentas, unidas mis manos a otras manos, cabalgando los tiempos, sonriendo ante aquellos recuerdos, sigo yendo.
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